sábado, 19 de febrero de 2011

La Telera

Hola, me llamo Juan Tiritas, pero más Juan que Tiritas.

El pasado sábado salí como hago siempre a buscar la prensa. Hacía una estupenda mañana, y en la calle, un grupo de niños saltaban a la comba mientras que unas niñas jugaban un partido de futbol o, como se diría en términos anglosajones de football.

Anduve calle abajo, y pude ver a varias albañilas arriba de un andamio en una obra de la construcción que había renovado la plantilla, porque unos albañiles dejaron de trabajar varias horas tras ver a una chica llamada Juana Mari (léase mi entrada anterior de blog). A todo eso, una de las chicas me gritó: “¡Con ese culo te invito a cagar en mi casa!”, con lo que logró sacarme los colores y hacerme apretar el paso cabizbajo.

Al pasar por la puerta de la barbería de mi amigo Eduardo (apodado manostijeras), pude ver de soslayo como éste se afanaba en afeitar a navaja a una dama de piel curtida. Aquello tan extraño me picó la curiosidad, así que asomé la cabeza por la puerta y dije “buenos días”. Varias señoras leían el Marca, el AS, o veían revistas porno mientras aguardaban su turno. Edu me hizo una mueca con la boca y me dio los buenos días de una extraña manera. Me encogí de hombros y proseguí mi camino.

Antes de comprar la prensa, decidí tomar café en un bar frecuentado por obreros. Al entrar, contemplé como un grupo de mujeres gritaban afanadas en una partida de dominó. Y curiosamente, Pepe, el dueño del bar no estaba. Una desconocida llamada Pepa (“la Pepa” la llamaban las allí presentes), me sirvió un café descafeinado, aunque yo lo que pedí fue un carajillo. Pero dado lo extraño del día, no protesté y lo apuré de un sorbo. Antes de salir, fui a orinar al aseo y vi a una mujer haciendo pipi de pie en el WC de caballeros, así que un poco contrariado, me aguanté las ganas y continué mi ruta.

Entré entonces en una de esas pequeñas panaderías en vías de extinción debido a la magnífica expansión de grandes centros comerciales a lo largo y ancho de nuestras ciudades. Pedí un mollete, pero me dieron una telera. Y aunque esta vez protesté a la dependienta, ésta se empeñó en que eran iguales, y tuve que llevarme por narices una telera.

Llegué así por fin a la librería y pedí el Diario de Cádiz. Entonces, me dijeron “¿trae usted su ebook”? a lo que yo respondí con un “por supuesto”. En un segundo, me pasaron el diario por bluetooth a mi libro-e, y pude leer en la portada “Bibiana Aído apuesta por que la tradición del feminismo ocupe lugar troncal en educación”.

Así que me fui a casa de mi madre con el e-diario bajo el brazo, la telera en una bolsa que por cierto tuve que pagar (que ya nadie las regala), y una nube de ideas confusas en la cabeza. Mi madre, al oírme todas las cosas que me habían pasado me dijo “A falta de molletes, buenas son teleras, pero al pan pan y al vino vino”. Y aunque no entendí muy bien a que se refería, seguro que era verdad.

Estoy convencido de que usted, tras leer este artículo, irá a aprovisionarse de molletes, antes de que se agoten. Estamos reinventando la igualdad, ¿O no?... Por cierto, he oído que en esta dirección alguien me plagia, creo que debería usted comprobarlo, le ruego encarecidamente que haga clic en este enlace: http://mamaquieroserbloquero.blogspot.com/2011/02/la-telera.html


Juan Tiritas

miércoles, 16 de febrero de 2011

Juana Mari

Hola, me llamo Juan Tiritas, pero más Juan que Tiritas.

Esta semana, un compañero me comentó, muy contrariado, lo que le pasó en una fiesta o, como se diría en términos anglosajones, una party.

Por lo visto hay gente que le gusta hablar de su vida privada y no importa si el receptor de su mensaje es una persona a la que acaba de conocer o es una persona que la conoce desde la más tierna infancia.

El asunto es que mi compañero estaba con su compañera sentimental, otras parejas y una pareja que acababan de conocer. A esa pareja de dos pertenecía Juana Mari...una chavala de buena familia y con un cuerpo que pararía una obra de la construcción durante varias horas.

Juana Mari, a pesar de sus evidentes atributos, tenía un problema que, ni corta ni perezosa, contó a los presentes, su novio incluido. Ese problema no le quitaba el sueño porque en realidad el problema consistía en que ella no quería dormir tan pronto sino realizar juegos antes de dormir...pero el juguete de su novio no funcionaba.

Imaginen la cara del novio, la de los otros hombres en la fiesta y las caras de las novias de los hombres en la reunión. El pensamiento de cada uno de ellos se podia leer en un ebook de mi entrada anterior:

--Novio: Ay que ver Juana Mari la que me estás liando, que siempre llego jartito de trabajar y no tengo ganas de mojar

--Otros Hombres: Juana Mari con esos atributos jugaba yo contigo hasta la saciedad!

--Novias de Otros Hombres: Juana Mari como mires a mi hombre....las extensiones esas que te has puesto tan mal te las arranco a la voz de ya

Y es que así es nuestra sociedad, Juana Marí puede que sólo buscase un consejo o una compasión pero... hasta dónde podemos llegar para no molestar al prójimo? Si lo que buscaba Juana Mari era a otro hombre para quitarse los calores, le importaría al novio de Juana Mari sabiendo que él no puede hacerlo? y a la novia del otro hombre? La pregunta del ..y al otro hombre? no la contemplo por la evidente respuesta.

Se podría negociar hasta donde llegar para que esto no fuera una infidelidad sino una ayuda a una amiga la que acaba de conocer y puede que no vea nunca mas. Eso sí, siempre habría que negociarlo con la pareja en determinados días del mes en los que la mujer es mas comprensiva, en otros dias no es nada aconsejable.

Le contaba todo esto de Juana Mari a mi madre. Ella, como mujer y madre, me simplificó todo el suceso en que Juana Mari buscaba un cambio y aprovechaba cualquier oportunidad para ello y que no Juana Mari no tenía calores porque era muy fresca. Me dijo que un sabio del tibet comentó una vez que si una cerradura es abierta por muchas llaves, pues es una mala cerradura, pero si una llave abre muchas cerraduras, pues es una llave maestra. Total que seguro que dentro de pocas semanas Juana Mari cambiará de sabanas y su problema desaparece.


Estoy convencido de que usted, tras leer este artículo, irá a Google y escribirá Juana Mari, para ver si la conocen en alguna de esas maravillosas redes sociales que hoy en día unen a los seres humanos. Estamos reinventando las relaciones, las intimidades, las amistades y las infidelidades, ¿O no?... (léase: otras opiniones )

El ebook

Hola, me llamo Juan Tiritas, pero más Juan que Tiritas.

Esta semana, un compañero me enseñó un libro electrónico o, como se diría en términos anglosajones, un ebook. Esta maravilla de dispositivo es en realidad un contenedor de libros digitales. Esto quiere decir que lo mismo que se carga en un reproductor mp3 medio centenar de discos, usted podrá llevar en su libro-e una ingente cantidad de textos sin quebrarse la espalda a la hora de transportarlos.

Imaginen la revolución que supone este preciado artefacto de cara al uso habitual que el ser humano hace de la lengua escrita. Ahora los niños, no irán cargados a las escuelas con varios kilos de papel en sus mochilas. Los maestros, no dictarán apuntes, sino que los transmitirán por bluetooth. En los metros, autobuses y trenes, la gente podrá leer sus eBooks sin que el curioso que lo mira sepa en realidad que libro lee, pues no hay portada que valga.. ¿quién necesita una portada?. Los párrocos en las iglesias, leerán las santas escrituras sin tener que humedecerse el dedo índice para pasar página. Y los kioscos de prensa, ya no tendrán colgados los periódicos con pinzas a modo de escaparate, sino que en lugar de eso lucirán en una pantalla LED los titulares de portada.
Y no necesitaremos separadores para saber por donde nos hemos quedado en la novela. Ni necesitaremos papel de regalo para envolver un libro a la hora de regalarlo – bastará un SMS para regalar un libro al acto -. Además, podremos dedicar el libro regalado utilizando un puntero de plástico sobre nuestra pantalla táctil.

Le contaba todo esto del ebook a mi madre y se me ocurrió que tenía que hacer saber a la humanidad de los buenos tiempos que se avecinan gracias a este fabuloso invento. Entonces grité ¡¡¡mamá, quiero ser bloguero!!!. Y mi madre, que pareció no entender nada de lo que le contaba, siguió leyendo sin hacerme mucho caso una de esas viejas novelas de Agatha Christie con las páginas amarillentas, comprada en la feria del libro por 3 euros…
Seguro que dentro de pocas semanas, podrá bajarse de Internet la bibliografía de Agatha con un clic de ratón, y cargarla en el book que le regalaré por su santo.

Estoy convencido de que usted, tras leer este artículo, irá a Google y escribirá ebook, para ver precios. Estamos reinventando el arte, ¿O no?... (léase: otras opiniones)



Juan Tiritas